06-"Las crónicas de Esther" de Vicente García. Capítulo 6. Audiolibro. Distopía. Ciencia Ficción. 573t29

Capítulo 6 Alexa se había detenido a escasos metros del final del túnel, dudaba si continuar o dar por finalizada la aventura a pocos metros del exterior.

—¿A qué esperas? —respetó Jack cuando llegó a su altura. —Las vías se alejan fuera, y no sé, no tengo claro que podamos salir ahí sin protección de algún tipo.

—¿Acaso crees que hay alguna diferencia apreciable en estos momentos entre el aire que respiras aquí o el de fuera del túnel? Alexa no dijo nada, se limitó a ocultar sus sonrojadas mejillas y comenzó a caminar.

Los tres marchaban en paralelo y al mismo ritmo hasta alcanzar el linde. Allí se detuvieron de nuevo con la cabeza agachada y sin atreverse a mirar más allá.

—Vamos. Los tres a la vez, instó Jack intentando ocultar sus dudas. Casi a cámara lenta, juntos, dieron el paso final y alcanzaron el exterior.

—Ya está, eso es todo —dijo Alexa algo defraudada.

—¿A que sí? Me esperaba algo más —suscribió Esther mirando a su alrededor. —Es idéntico al interior del domo. Aunque al ser de noche imagino que no podemos percibir los matiz.

Comenzó a decir Jack, quien al cabo de unos instantes cerró la boca al notar como algo le golpeaba en la cara.

—¿Qué es esto? —dijo extrañado sintiendo una ligera fuerza invisible y fría que le azotaba el rostro.

Alexa y Esther también estaban confusas. No entendían la naturaleza de lo que estaba sucediendo.

—¿Qué es eso tan extraño que nos golpea? —preguntó Jack intentando mantener la calma.

—Es invisible, pero más que golpear yo diría que nos acaricia —matizó Alexa tocándose el rostro.

—Creo que ya sé lo que es —contestó Esther entusiasmada ante su descubrimiento.

Es lo que se denominaba brisa, viento, corriente de aire. ¿Tú crees? Yo pensaba que eso era algo así como una leyenda urbana —dijo incrédula Alexa—. ¡Qué sensación tan curiosa! —¿Crees que notaremos la lluvia? —preguntó Esther mirando hacia el cielo estrellado.

—Dicen que se origina allí arriba.

—Ojalá, pero ahora avancemos y no desperdicemos el poco tiempo de que disponemos —dijo Jack—.

Estamos ante una oportunidad única de descubrir cosas de nuestro pasado.

Esther y Alexa sintieron en silencio y comenzaron a caminar hacia el norte sin tener muy claro el destino. Alrededor de ellos el bosque se extendía libre y caótico, al contrario de lo que sucedía en el interior de los domos, donde los árboles crecían alineados y en perfecta armonía. En la distancia veían algunos pequeños promontorios que reconocieron como montañas, y por el cielo oscuro podían comprobar cómo levitaban en silencio las nubes que hasta ahora sólo veían a través de la semitransparente cúpula.

—¡Me siento libre! —dijo Alexa cuando llevaban ya dos horas caminando.

—Es extraño recorrer espacios nuevos —constató Jack sin dejar de observar todo cuanto le rodeaba. —¿Este suelo de tierra es tan poco uniforme, tan natural? —Todo es muy raro —continuó Alexa. —Es igual al interior del domo, pero a la vez diferente.

—¿Crees que existe algún peligro de contaminación o de que contraigamos alguna enfermedad de aquí fuera? —preguntó inquieta Esther.

—Puede que sí, puede que no —respondió con tono juguetón Alexa. —Lo único que sé es que nada de eso me detendrá en estos momentos. Jack no dijo nada y siguió caminando, agradeciendo la presencia y apoyo de Alexa, cuya voluntad y determinación despejaba por el cielo.