11 El Alzheimer y los niños 312rh

Contra el olvido. Un podcast sobre el Alzheimer y las personas.

Hay momentos en la vida en que los adultos nos quedamos sin palabras. Momentos en los que desearíamos tener una respuesta perfecta, una frase clara, una verdad sencilla que nos ayudara a explicarle a un niño lo que ni siquiera nosotros terminamos de comprender.

El Alzheimer es uno de esos momentos. Porque cuando alguien de la familia empieza a olvidar, a comportarse de manera extraña, a necesitar ayuda para todo, los niños lo ven, lo perciben, lo sienten y preguntan ¿Por qué el abuelo ya no me conoce? ¿Por qué la abuela se enoja sin razón? ¿Por qué mamá se pone triste cuando cuida al bisabuelo? Y entonces ahí estamos nosotros, buscando las palabras justas para contar lo que duele sin asustar, lo que es verdad sin romper la inocencia, lo que ocurre sin cargar al niño con más peso del que puede sostener.

Este episodio quiere ser un puente, una guía sencilla y amorosa para ayudar a los adultos a hablar del Alzheimer con los niños. Porque cuando los niños comprenden, pueden acompañar, y cuando se les deja fuera, pueden imaginar cosas mucho peores que la realidad.

Lo primero que debemos recordar es que los niños desde muy pequeños perciben los cambios emocionales en casa. Notan si alguien está triste, si hay más tensión, si hay preocupación en el aire… aunque no entiendan del todo lo que ocurre, sienten que algo ha cambiado.

Por eso, ocultarles la situación no les protege, les confunde, les deja fuera, y a menudo, cuando no se les explica, terminan creyendo que ellos son los culpables. El abuelo se enoja porque yo le molesté, la abuela llora porque yo hice algo mal… Darles una explicación adaptada a su edad es una forma de aliviar esa carga imaginaria, de incluirles, de mostrarles que aunque las cosas cambien, siguen siendo importantes, y sobre todo, de enseñarles que el amor puede seguir incluso cuando la memoria se va.

No hay una única forma de explicar el Alzheimer. Dependerá de la edad del niño, de su madurez, de su vínculo con la persona enferma… Pero sí hay principios comunes que pueden ayudarnos.

El primero es usar un lenguaje sencillo y directo. Nada de tecnicismos, nada de metáforas confusas. Decir, por ejemplo, el abuelo tiene una enfermedad que hace que su memoria no funcione bien, por eso a veces se olvida de cosas importantes como nombres o lugares, pero no lo hace a propósito, no está enojado contigo, es que su cabeza ya no le ayuda como antes… A partir de aquí vamos ampliando según las preguntas que haga, escuchamos sus dudas, validamos sus emociones… No hace falta explicarlo todo de golpe. A veces una sola frase dicha con cariño es suficiente.

También es importante no mentir. Evitar frases como solo está cansado, o se está haciendo el tonto, eso solo genera confusión. Tampoco hay que dramatizar, no hace falta hablar de la muerte si el niño no lo pregunta, pero sí se puede decir la verdad con ternura.

Es una enfermedad que no se cura, pero podemos cuidarlo mucho para que esté lo mejor posible.

A veces estará confundido, pero sigue siendo él, o aunque no te reconozca tu voz y tus abrazos le hacen bien. Son frases sencillas, pero cargadas de sentido, de verdad y de consuelo.

Otra buena idea es usar cuentos o historias ilustradas. Hay muchos libros infantiles que explican el Alzheimer de forma poética, comprensible y sensible. Historias de abuelos que pierden sus recuerdos pero no el cariño, de abuelas que confunden los nombres pero recuerdan canciones…