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Es una carta para Leonor. Como os he dicho en el almuerzo, es hora de que vuelva para casa.

Sí, la situación en Europa cada vez está peor.

¿Saben? Si quieren, puedo hablar con mis padres, los duques. Ellos tienen amigos en París.

Discutí con mi hermana.

¿Entonces no fuiste al cuartel de la Guardia Civil? ¿Y dónde estuviste entonces? ¿Cómo te hiciste estas heridas? No me preguntes más, por favor. Teresa, por favor.

Pues no creo que sea buen momento para planear un viaje con Manuel.

¿Por qué no? Ya lo hemos hablado antes, Ximena. ¿No estáis bien? Ah, ¿lo dices por la guerra? Sí, por supuesto. La situación política en Europa es muy mala. Tú ya lo sabes.

Adiós, María Fernández.

Adiós, hijo.

¿Tú te has dado cuenta de que éste no se corta ni un pelo? A éste le da igual, 8,80. Le tira los trastos a cualquiera que se le pase por dentro.

A cualquiera no, María, que sólo tiene ojos para ti.

Ella me enseñó todo lo que sé de Valen.

¿Y qué ocurrió con ella después? Mis padres...

Cuando se enteraron de que yo quería ser bailarina profesional, la despidieron.

¿La despidieron? Tener a una hija que quería ser bailarina les parecía una aberración.

Me acaban de llamar del colegio inglés. ¿Has sido itido? Ah, enhorabuena, jovencito. Parece que estás a punto de iniciar una nueva vida.

Es verdad que... que por aquí te vamos a echar mucho de menos. ¿A que sí, Martina? ¿Te vas en unos días? Me parece que Ximena es como... es como una niña a la que le han arrebatado los sueños y las ilusiones.

Mira, al tiempo le hicieron casarse con el señorito Tomás, al que no quería.

Y cuando éste falleció, con don Manuel. Que yo creo que de él sí que estaba enamorada, pero...

Claro, a él no le corresponde, así que...

Bueno, el caso es que me parece que tiene razones de sobra para...

¿Qué ha pasado con la muerte del padre? Que estos temas no se digieren fácilmente. Y que cada uno hace lo que puede.

Sí, que la cosa tiene su miga. Encontrarse así de pronto que tu padre ha muerto por sorpresa...

Y que la guardia civil sigue a vuelta con el caso.

Pues gracias a que se ha comportado bien y me ha hecho caso, mejora estupendamente.

Ah, pues entonces si me puedo levantar.

Eh, no. Me temo que aún no.

¿Entonces cuándo? Porque estar postrado es insufrible, llevo ya varios días.

Lo sé, pero tiene que tener paciencia.

Lo que sé es que Feliciano no está bien.

Que ha estado llorando y que está muy preocupado por algo, pero no sé qué es.

Ha estado llegando Feliciano.

¿No vio cómo tenía los ojos ayer? Señor Arcos.

¿Señor Arcos qué...? Jerónimo ha decidido seguir con los preparativos.

Dice que aunque el señor Cavendish haya pospuesto su llegada, prefiere estar preparado.

Hombre prevenido, vale por dos.

Pero no lo pierda de vista.

¿Qué quiere decir? Don Pelayo lo ha designado para que sea a cargo de las mermeladas, pero éstas se gestionan aquí, en la casa.

Y es usted el que dirige la promesa.

Ese es el maldito problema.

Que te vas a ir y me vas a dejar sola y yo sin ti me muero.

Yo si quieres puedo...

No, no, no.

No termines esa frase.

No me digas que te puedes quedar, ni que vas a luchar por lo nuestro, ni que vas a desaprovechar una oportunidad única para quedarte aquí conmigo, porque eso es lo último que quería.

¿Por qué estás diciendo todo esto? Porque ya no tengo absolutamente nada que ofrecerte a ti.

Sabes perfectamente que eso no es verdad.

Curro, lo nuestro no puede ser.

Y esa es la dolorosa verdad.

¿Sabes qué pasa? Que también hay otra gran verdad.

Es que tú y yo nos amamos.

O no es cierto.

Sí, pero es que para la sociedad no es suficiente.

Eso es porque tú tenías que hacerlo.

Bueno, pues puede ser.

Si soy yo la culpable de que lo nuestro no funcione, es evidente.

Tú lo estás apostando todo y yo...

Lo único que hago es huir, pero es que no puedo.

Partirá lo que no puedas tú sola.

Lo podremos hacer juntos.

No puedo ver cómo...