Chapter 3 u1o5

Las andanzas. Parte 1. Enorme México. Estrellas brillantes.

Durante el viaje no me tomé el trabajo de anotar cada una de las fechas en las que hacía determinadas cosas. Sin embargo, está claro que las andanzas se iniciaron el 20 de junio de 2016. Ese día me desperté bien temprano, como si fuera un día de trabajo normal. Cargué la combi con todo lo que pude y con todo lo que pueda hacerme útil. Tomé la carretera GTO 67 y me dirigí a mi primer destino, San Miguel de Allende, a menos de 80 kilómetros de la ciudad de Guanajuato.

Una vez allí, estacioné la Cholulteca en casa de Sarai, a quien había conocido en mi anterior trabajo, y aproveché el lugar como refugio durante los días que estuviese por San Miguel.

El primer proyecto educativo que pensaba visitar estaba ubicado a las afueras de la ciudad, en una zona casi desértica. ¿Qué de no ser por la temporada de lluvias que en verano permite el surgimiento de ciertos brotes verdes? Estaríamos en presencia del tipo de paisaje con el que nos imaginaríamos a México si nuestra única referencia de aquel país por fuera de sus playas caribeñas fuesen los capítulos de la serie El Zorro. Casi siempre que fui de visita a un proyecto, investigué lo necesario para una vez allí, sorprenderme. Y en este caso, sí que me sorprendí. Toda mi formación la hice dentro de la educación tradicional, es decir, desde la primaria hasta la universidad.

Y además, cuando di clases o las supervisé en escuelas, todas estas también se encontraban dentro de dicho modelo. De ese modo, la pedagogía de educación libre que se aplica en Estrellas Brillantes fue un golpe al mentón en mi acotado universo de modelos pedagógicos. Porque, ¡cuidado! Este emprendimiento educativo es una escuela, pero no se trata del tipo de escuela que uno se imaginaría.

En Estrellas Brillantes, la noción de escuela gira hacia un lado totalmente novedoso y disruptivo. Porque, siendo concreto, si tienes hijos en América Latina y los envías a una escuela alternativa, en realidad te estás aventurando en un terreno de incertidumbre pedagógica absoluto. Allí, las certezas prácticamente desaparecen.

Y aunque, desde luego, no es que dentro de la educación tradicional existan una infinidad de seguridades, solo es que sobre esta se han construido los paradigmas que marcan nuestras vidas en la actualidad. Y son, además, los que nos llevan a pensar en que no aprendemos si no es dentro de una escuela en la que existen salones de clase, sillas, tableros y una persona o varias al frente diciendo permanentemente qué es lo que tenemos que hacer.

Mayela fue la persona que soñó, diagramó y concretó la escuela junto a otras dos maestras.

Y, además, fue quien me recibió aquel día. Y a ver, en un primer momento, Estrellas Brillantes puede llenarnos de preguntas del tipo ¿Dónde pusieron el tablero? ¿Qué pasó con los libros de texto? ¿Cómo se dividen los muchachos si tienen un único salón de clases? ¿Qué materias estudian? ¿Dónde están los planes de estudio? Sin embargo, una vez superada la intención vana de responder esas preguntas, es imprescindible esforzarse por entender qué llevó a un grupo de personas de una zona casi rural en México a eliminar los horarios, la división por edades, los salones de clases e incluso las materias con sus currículos incluidos.

Y todo en pro de construir una escuela en donde la experiencia dentro de ella se encuentre basada en la libertad de los estudiantes y maestros para aprender y para crear. En Estrellas Brillantes buscan de que el aprendizaje sea autodirigido, y para ello están convencidos que los niños poseen la capacidad intrínseca de aprender.

Es decir, que el niño se transforma en el autor de su propia educación y en el protagonista de su propio aprendizaje. Para esto, la escuela estimula a que sea capaz de tomar sus propias decisiones mediante iniciativa propia. En tanto, la libertad se traduce en buscar que sus intereses coincidan con sus habilidades. Para que esto se dé, no existe un plan de estudios. Tampoco hay asignaturas y mucho menos tareas obligatorias. Por su parte,