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La curva de la derrota
El diablo en voz baja y el Picasso del retrete

El diablo en voz baja y el Picasso del retrete 1h3614

8/6/2025 · 53:16
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La curva de la derrota

Descripción de El diablo en voz baja y el Picasso del retrete 6ow67

En este episodio de La curva de la derrota, invocamos al diablo. No al de los exorcismos ni al de la hoguera medieval, sino a esa figura esquiva, simbólica, cultural, que cambia de forma según el tiempo que la piensa. Lo hacemos a través del libro El diablo, de Marina Tsvietáieva, que nos sirve de excusa para abrir un pasaje hacia lo oscuro, o mejor dicho, lo ambiguo, lo tentador. Hablaremos de sus múltiples disfraces a través del tiempo. De cómo a veces el mal no se impone, sino que se insinúa. Y de esa incómoda sospecha: que el diablo no siempre está fuera… sino dentro. Después, cambiamos de sombra: ¿En qué momento el arte se convierte en decoración? ¿Pierde un Picasso el sentido si se cuelga en el baño? ¿Dónde empieza la belleza… y dónde empieza el mobiliario? 671v1k

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

La curva de la derrota, con Rafa Campos, Paco Ortega, Cristian Álvarez y Carlos Lorente.

Que tal sean, bienvenidos a la curva de la derrota, un domingo más, por encima de todas las quinielas que se pudiera uno imaginar. Este lugar donde nadie gana, todo se observa, se rumia y finalmente se deja estar. Y para eso, qué mejor persona, a mi mano derecha, que Paco Ortega. ¿Cómo estás Paco? Bien, estoy bien, pero sorprendido también por eso de que rumio. Es que no viene bien ninguna presentación.

Si es el apóstol del no, pues tampoco se presenta la rumia tampoco.

Otro día el apóstol, hoy rumio. Rumiante. Todos somos en algún momento un poco rumiantes.

Presenta a Rafael Campos, a ver qué dices de él. Otro rumiante.

Justo enfrente tengo a Rafael Campos. Pues estoy bastante bien y contento por eso mismo.

Por rumiar. Y por estar bien.

¿Cómo estás Cristian? No sé, estoy un poco confundido.

¿Qué te pasa? Con esto de rumiar, estas cosas, ¿qué estamos hablando muchachos? No, pues precisamente creo que el rumiar algo.

Vamos a definir rumiar. Aquí suena como metáfora de algo.

Estar alimentando, dándole vueltas a una idea, una palabra, a un concepto, a dos, que luego saldrán. Pero estamos cocinando.

Rumiar, masticar por segunda vez, volviendo a la boca el alimento que ya estuvo en el depósito, que a este efecto tienen algunos animales. Un asco.

¿Qué animal era la vaca? Tenía cuatro estómagos, ¿no? Yo he conocido a gente que tiene también cuatro estómagos.

¿Y ningún cerebro? Pero hay una segunda acepción que quizás sea la de considerar despacio y pensar con reflexión y madurez algo.

No veis como no digo ninguna locura. Estaba muy puesto en razón.

Pero te aseguro que cuando me has presentado no estaba considerando despacio y pensando con reflexión y madurez nada. Te has visto más como la vaca.

Me he visto más como la vaca.

Antes de empezar, porque si no ya esto vamos muy corridos, he leído El Diablo. Esto lo ha editado Acantilado.

Es un libro que funciona muy bien porque se lee en una tarde.

Y en este caso la escritora, casi no me atrevo a pronunciarlo, es Marina T.S. Vietaiva.

Es Vietaiva, ¿no? Algo así.

Y francamente creo que Paco te lo has leído, ¿no? Sí, además ha sido una casualidad absoluta porque no nos habíamos puesto de acuerdo.

No, no, no. Y yo francamente tengo que decir que no sé qué he leído.

Sospecho que un poema, pero no era lo que esperaba.

Pero, siendo sincero, tampoco sabía qué esperar.

Yo me cojo un libro, no sé cuántas páginas tiene.

66.

Tiene muy pocas páginas.

Leer que un libro, un poema va dedicado al Diablo, bueno, más o menos te montas algo en la expectativa, pero al final te desmonta todo, o a lo mejor a mí, porque es un Diablo que, en lugar de dar miedo, te da como una especie de ternura inquietante en muchas ocasiones.

No sé, ¿a ti qué te ha parecido? Tú no te lo has leído, ¿no? Cristian y Rafa no… A mí esas cosas no me dejan leerla en mi casa.

Yo no duermo a la noche.

Es que cuando me lo leí digo tengo que llevarlo a la curva de la derrota porque no sé muy bien cómo catalogar esto.

A ver, has dicho que es un personaje encantador y dulce, y que atrapa, es atractivo el personaje.

Sí, sí, sí.

El demonio, el Diablo, Satanás, Lucifer, Belzebú, como queramos llamarlo, en teoría debe de serlo.

Sí, el Diablo siempre ha tenido una versión seductora.

Al mismo Cristo, en el desierto, lo llegó a atentar y a intentar de convencerlo.

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