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Crímenes de Arkham
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MURIÓ PIDIENDO AYUDA... y NADIE HIZO NADA

MURIÓ PIDIENDO AYUDA... y NADIE HIZO NADA - anticipado 1r6w52

7/6/2025 · 13:16
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Crímenes de Arkham

Descripción de MURIÓ PIDIENDO AYUDA... y NADIE HIZO NADA 316c4f

anticipado para Fans - Kitty Genovese fue asesinada en Nueva York en 1964… pero lo que estremeció al mundo no fue solo el crimen. Fue el silencio. Durante más de media hora, Kitty pidió ayuda, luchó por su vida… mientras decenas de vecinos miraban, escuchaban… y no hacían nada. En este episodio de Crímenes de Arkham te contamos la historia real detrás del asesinato que dio origen al efecto espectador: ¿por qué el ser humano se paraliza ante la tragedia? ¿Hasta qué punto somos responsables cuando elegimos no actuar? Analizaremos el perfil del asesino Winston Moseley, el impacto psicológico del caso y cómo cambió la historia del true crime y la psicología social para siempre. Si te apasionan los casos reales, las historias de crímenes impactantes, los análisis criminales, los asesinatos históricos y los símbolos del true crime, este video es para ti. No olvides suscribirte a Crímenes de Arkham para más contenido sobre asesinos en serie, crímenes reales, psicología criminal y análisis de casos históricos. 🔻 ¿Qué hubieras hecho tú aquella noche? Te leo en los comentarios. 📱 Sígueme en redes: 🔹Twitter (X): https://x.com/crimenesarkham 🔹Instagram: https://www.instagram.com/crimenes.arkham/ Escuchalo tambien en Spotify: https://open.spotify.com/show/0C4M5NtwujoQquzGWyaMIA Colaboradores Editor de video: Kasyl https://x.com/kasyl813 Miniaturero: Rodri https://x.com/poparodax Música Intro y Outro 🎵🎵🎵🎵🎵🎵🎵 "Penumbra" Kevin MacLeod (incompetech.com) Licensed under Creative Commons: By Attribution 4.0 License http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/ ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2290752 2u5n2h

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

A veces, el mal no necesita máscaras ni monstruos en la oscuridad. A veces, basta con el silencio.

Era la madrugada del 13 de marzo de 1964. Katherine Susan Genovese, para todos Kitty, caminaba hacia su casa en el tranquilo barrio de Kew Gardens, Nueva York. A unos pasos de su portal, un hombre la atacó. Kitty gritó, luchó, suplicó ayuda. Desde las ventanas algunos encendieron las luces, algunos miraron, algunos escucharon. Pero nadie bajó, nadie acudió. Y así, entre gritos apagados y puertas cerradas, Kitty Genovese murió. No solo por las heridas que le infligió su asesino, sino también por la indiferencia de los que eligieron no intervenir.

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Kitty Genovese no era una desconocida en su barrio. Era la chica sonriente, la camarera que recordaba tu café favorito, la vecina que saludaba siempre con un gesto amable.

Nació el 7 de julio de 1935, en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia italoamericana, trabajadora y religiosa. Desde pequeña, Kitty destacó por su carácter vivaz, su sentido del humor y su deseo constante de ser independiente. Cuando su madre presenció un crimen violento en su barrio, la familia decidió mudarse a Connecticut en busca de una vida más segura.

Pero Kitty, ya mayor de edad, eligió quedarse en Nueva York. Quería construir su propio camino y lo logró. Trabajaba como gerente en un bar, era respetada por sus compañeros y planeaba casarse con su novia, en una época donde amar en secreto era aún una necesidad.

Vivía en Kew Gardens, un barrio tranquilo de clase media, donde la rutina de la vida diaria parecía proteger de las desgracias que asolaban otras partes de la ciudad. Para sus vecinos, Kitty era una figura discreta, pero luminosa. No buscaba problemas, no tenía enemigos. Pero la vida y el azar no siempre respetan la bondad de las personas.

La noche del 13 de marzo de 1964, tras terminar su turno en el bar If Eleven Hour, Kitty volvió caminando sola a casa. Un trayecto corto, un barrio seguro, un ritual de cada noche.

Y aún así, aquella noche, la oscuridad la esperaba a la vuelta de la esquina.

Eran las 3 y 15 de la madrugada. La ciudad dormía. Kitty Genovese aparcó su coche a unos metros del edificio Austin Street, en Kew Gardens. Un trayecto de apenas unos pasos.

No lo sabía, pero alguien la observaba. Era Winston Mosley, un hombre que había salido esa noche buscando una víctima. Cualquier víctima. Mosley la siguió. Cuando Kitty bajó del coche, él la alcanzó. Sin una palabra, la apuñaló por la espalda. Los gritos de Kitty rasgaron la noche.

—¡Me están matando! ¡Ayuda, por favor! Las ventanas se iluminaron. Algunos vecinos se asomaron. Uno de ellos incluso gritó desde su apartamento.

—¡Deja en paz a esa chica! Mosley se detuvo, miró hacia arriba y huyó hacia las sombras.

Kitty, herida, se arrastró como pudo hacia la puerta trasera de su edificio. Pero el portal estaba cerrado. No podía entrar. Durante varios minutos, Kitty quedó sola, agonizando en la entrada. Y mientras tanto, en las ventanas las luces se apagaban. Nadie bajó. Mosley, viendo que nadie venía, regresó. La encontró aún viva. La apuñaló de nuevo, la violó y finalmente la asesinó.

Todo esto ocurrió durante un lapso de aproximadamente 30 minutos. Treinta minutos en los que decenas de personas escucharon gritos, vieron movimientos e intuyeron el horror. Y no hicieron nada.

Algunos dirían luego que no querían meterse en problemas. Otros que pensaron que alguien más llamaría a la policía. Otros simplemente cerraron las cortinas y volvieron a la cama.

Cuando finalmente llegó ayuda, Kitty ya estaba muerta. Tenía apenas 28 años.

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