PoliPepe#1674: Carlos Alcaraz y Jannik Sinner reinician el tenis 5x5d2u

Esto es Pepe Diario, PoliPepe.

Hola, ¿qué tal? Hoy estamos al lunes 9 de junio del año 2025. Os hablo desde el barrio de Arguelles, en Madrid, en España. Yo soy Pepe Rodríguez y este es el programa número 1674 de la sección polideportiva de Pepe Diario. Carlos Alcaraz ha ganado Roland Garros en la edición de este año. Carlos Alcaraz lo ha hecho en el partido más largo de las finales de Roland Garros. Lo ha hecho ante Yannick Sinner, su gran rival y número uno del mundo. Legítimo número uno del mundo, por cierto. No es que haya llegado aquí número uno del mundo por factores que, bueno, tienen que ver con cómo se calcula el ranking y sean un poco difusos y... No, no, no. El número uno del mundo, sin ninguna duda, es Yannick Sinner. Es el quinto gran slam de Carlos Alcaraz, dos Roland Garros, dos Wimbledon, un US Open. Y, a la vez, creo que es posible que sea el partido más importante de su carrera. Aquel que, cuando echemos la vista atrás, digamos que aquí fue donde todo cambió, empezó, donde todo se convirtió en realidad. Claro, nadie puede negar todo lo que ha ocurrido hasta aquí.

Los cuatro gran slams, lo que ha conseguido, a quién ha ganado, cómo lo ha ganado, aquella primera final de Wimbledon frente a Djokovic, nadie va a restar mérito a eso. En pero. Hay un punto en esta final, por histórica, por atómica, porque es uno de los mejores partidos que hemos visto jamás, por cómo ha jugado Yannick Sinner, por esas tres bolas de partido que levantan el cuarto set y cómo juega a partir de entonces tanto Sinner como el propio Alcaraz, por el resultado final, por el contexto en el que se llegaba a este Roland Garros. Esto, todo sumado, porque venimos de un Big Three alucinante durante 20 años que pensamos que no se repetiría y ahora nos encontramos con esto. Todo sumado, todo, me parece que habla de el aniquilamiento que ayer, en cinco horas y media, Carlos Alcaraz hace de todos los fantasmas que podían acompañarle hasta aquí. Y a partir de ahora le acompañarán otros fantasmas, otros objetivos, otras obligaciones, otras victorias y derrotas, otros insabores y otros éxitos colosales, otros éxtasis. Pero ya va a ser diferente, ya va a ser diferente.

De aquí en adelante, de hoy para el futuro, todo ha cambiado o al menos es como lo percibo yo. Y deje que me explique. Primero, vamos de lo más grande o de lo más abstracto a lo más concreto. En lo más abstracto, la pelea con ese fantasma imposible de vencer que es el Big Three o ese fantasma en España imposible de vencer que es Rafa Nadal. Ya da igual, ya da igual. Esta generación, Alcaraz y Siner, ya tienen un partido para no mirar a la cara a nadie ni pensar en comparaciones ni en carreras vitalicias por el número de Grand Slam. ¿Eso llegará o no llegará dentro de 10 años, de 15 años? ¿Quién sabe? No es relevante a día de hoy. Lo que es único y exclusivo de ellos es este partido y, por lo tanto, todo lo que pase entre ellos proviene de este partido. No de que esto se parezca a Wimbledon 2008 entre Nadal y Federer. No a que se parezca a otras remontadas. No a que tenga que ver con el estilo de juego de Djokovic, de Federer, de Nadal. Nada, de nada, de nada. Esto es único, puro. Esto es de ellos.

No hay duda que en la cabeza de Alcaraz y de Siner, para la próxima vez que se encuentren, estará este encuentro. Y de todo lo que tienen que hacer en entrenamientos, en tácticas, en preparaciones, en lo que hablan con sus equipos, en cómo se toman los torneos, en cómo se toman cada una de las veces que se vayan a cruzar, esto estará en la memoria. No estará en la memoria nada del Big Three. No habrá nada aquí que los emparente. Ya tienen su propio legado y ya tienen su propia base, su propio cimiento sobre el que construir una rivalidad. Y en el caso concreto de Alcaraz, sobre el que construir su magnificencia. Su magnificencia no pasa por ganar a fantasmas del pasado, sino a realidades actuales. Eso es quizás lo más abstracto, pero es absolutamente real. No sólo en la cabeza de los protagonistas, sino en la de todos los espectadores que lo vemos desde fuera. Dos, Yannick Siner el año pasado es, como decía antes, el número uno del mundo porque se comporta como tal. Porque gana, me parece que fueron siete torneos, dos gran slams, porque de enero a noviembre es un tenista imperturbable.

Es un tenista que en todos los torneos da lo mejor de sí mismo y es un tenista que no sólo gana, vence, arrasa cuando tiene que arrasar y cuando tiene que jugar con los de su nivel también. No para de mejorar, no para de ir.