Rosa, Sometida y torturada p3. SM 2ib2v

Gracias por estar en sintonía. Si aún no estás suscrito, te invito a hacerlo y no te pierdas ninguno de nuestros episodios. Ahora así comencemos. Rosa, sumisión y tortura parte 3.

Secuestrada y retenida en un antro, siguen con mi martirio. Recuerdo entre brumas, por el dolor, cómo me follaba el culo, mientras las fauces de las serpientes metálicas clavadas en mis labios vaginales estiraban de ellos, haciendo que adelantara mis caderas y volviera hacia atrás una y otra vez, proporcionando placer al que me estaba penetrando, que en realidad era yo quien me penetraba al retroceder.

Así estuve hasta que sentí cómo apretando sobre mis pechos, introducía aún más las dos agujas en mis pezones, al mismo tiempo que le llegaba el orgasmo con un berrido bestial que se mezcló con el alarido que di, al sentir cómo las agujas hacían fondo en mis pechos. No podía comprender cómo seguía sin haberme desmayado aún. El dolor en mis pechos era sólo comparable con el que sentía en mi vagina, por los mordiscos de la serpiente metálica, pero se habían propuesto que mi tortura no hubiera hecho nada más que empezar.

Putita, ahora me tienes que dejar la polla como los chorros de oro con esa boquita que tienes de zorra. Pero no creas que lo vas a hacer así de sencillo, sin divertir al público. Todos sabemos que el público es soberano y hay que darle diversión. ¿Qué desea el público ahora? Te lo voy a decir. Este público está deseando oírte gritar de dolor y ver cómo te retuerces. A continuación, me desataron las manos y volvieron a atarlas con los brazos en cruz, pero a unos tubos más bajos, dejándome doblada por la cintura, con los pechos colgando y mis nalgas ofrecidas. Putita, esas ubres están pidiendo a gritos que les demos más atenciones.

Con ellas así colgando, pareces realmente una vaca y únicamente te faltan dos terneros mamando de ellas para completar ese efecto. No te preocupes que hemos pensado en todo y verás cómo te va a gustar lo que hemos hecho para sustituir a los ternerillos. No sólo me estaban torturando sino que estaban haciendo su espectáculo para divertirse y distraer a la concurrencia.

Comprendí lo de sustituir a los ternerillos cuando vi cómo su sirviente se acercaba con dos enormes tenazas y que acercándolas a mis pechos, las dejó pillando las agujas, dejándolas colgando de las puntas de mis pezones y haciendo que éstos se mostraran estirados hacia abajo, alargando también mis pechos de forma exagerada.

Las tenazas tenían unas gomas elásticas que las mantenían cerradas una vez las habían soltado, por lo que continuaban apretando fuerte a las agujas y no se desprendían. Mira zorra, cómo se van a mecer tus pechos con esas tenazitas colgando y ahora chupa y déjame la polla bien limpia. Me metió la polla en la boca para que se la chupara, mientras sentía cómo su ayudante me empujaba por el culo, volviendo a sodomizarme.

Ahora comprendía lo de que se me iban a mecer las tetas, porque con el meneo de delante hacia atrás de mi cuerpo mientras era sodomizada y follada por la boca, mis pechos se movían de delante hacia atrás, haciendo que las tenazas movieran las agujas en el interior de mis mamas, incrementando el dolor de tenerlas clavadas en los pezones.

Poco a poco el peso de las tenazas y el movimiento de Vaivén fue haciendo que las agujas salieran poco a poco, hasta que con unos fuertes golpes cayeron en el suelo y dejando mis pezones goteando sangre por las heridas. La serpiente metálica seguía prendida en los labios de mi vagina, con el consiguiente dolor, pero ellos continuaron hasta llegar al orgasmo, llenando mi boca y culo de su espeso semen. Putita, ver tus pechos estirados y meciéndose es todo un espectáculo y no debemos privar al público presente de irar semejante maravilla.

No comprendí ese comentario hasta que cogiendo las tenazas del suelo, soltó las agujas y me las puso directamente mordiendo ambos pezones, donde estuvieron colgando todo el tiempo que tardé en limpiarle la polla al ayudante, después de haberme follado el culo, mientras el jefe golpeaba mis pechos a guantazos para ver cómo las tenazas se movían colgando de mis pezones en todas direcciones.

La sensación era como de que de un momento a otro se iban a desprender las tenazas llevándose los pezones con ellas. Ya no había nada más que pudieran hacer para que mi tortura fuera mayor, o eso es lo que yo pensaba, hasta que subiendo mis brazos en alto me los ataron a la barra que colgaba del techo, mientras colocaban delante de mis pechos un travesaño con cuatro largas agujas verticales frente a mí.