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Descripción de 1914. Más frutos del Espíritu Santo (EDITADA) 192e2f
Meditación sobre los restantes frutos del Espíritu Santo: paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 411z2z
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos libran al Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí. Vimos ayer los frutos del Espíritu Santo en general y los tres primeros en particular, que son los más importantes, sobre todo el primero, ¿verdad?, la caridad, que es el origen de todos, el gozo y la paz.
En realidad, ya lo dijimos ayer, todos esos frutos del Espíritu Santo son consecuencias de la caridad. Y hoy vamos a ver los que nos quedan según aquella enumeración de San Pablo en su epístola a los Gálatas.
Como aquí abajo no es posible tener una felicidad completa y nuestra alma debe ser siempre probada en el crisol de la tribulación, nos hace falta, mucha falta, el cuarto fruto, que es la paciencia.
Ya hablamos en una meditación sobre la paciencia, que de hecho es la meditación más escuchada.
La paciencia todo lo alcanza, decíamos en aquella meditación y vimos cómo hacía falta tener paciencia con uno mismo, con esperanza, tener paciencia con los demás, con caridad.
Ahora querría más bien fijarme en ese fruto de la paciencia en el aspecto de soportar sin quejas ni lamentos, sin perder la alegría, los sufrimientos físicos o morales, viendo en todo lo que nos pasa y lo que pasa a nuestro alrededor la mano de Dios.
Es decir, la paciencia con los acontecimientos y las cosas.
Hoy en la primera lectura San Pablo recomienda a Timoteo pero tú sés obvio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea, desempeña tu ministerio.
La paciencia nos lleva pues a a esto, a ver en todas las cosas pues lo ordinario, en las dificultades pues la mano de Dios que nos quiere cribar en esa dificultad.
Y es un fruto, Señor, que necesitamos mucho en nuestros tiempos donde hay tantas prisas, tantas conexiones, tantas posibilidades de que haya cosas que salen mal.
Queremos llamar con el móvil y resulta que no tengo cobertura o alento, se ha quedado sin batería y entonces no puedo avisar que voy a llegar un poco tarde, o estoy trabajando en el ordenador y de repente el mouse, el ratón se me queda sin pilas y no sé dónde conseguir pilas o el mando a distancia que no funciona y a veces por la impaciencia de la gente acaba estrellado en una pared o un autobús que se me escapa o un día de excursión que llueve.
Bueno, hay mil cosas que pueden poner a prueba nuestra paciencia.
¿Y qué nos da ser capaces de ser pacientes con estos acontecimientos, con las cosas, ser capaces de aceptar que el mundo que me rodea no sea como yo quiero, sino como quieres tú, Señor? ¿La resignación? ¿La apatía? No, eso no es vivir verdaderamente, no es vivir con gozo.
Lo que nos hace ser pacientes es la fe, ver las cosas con visión sobrenatural.
San José María decía tan gráficamente que si un día íbamos por la calle y nos caía una maceta y nos abría la cabeza no nos preocupáramos, es que Dios quería que fuéramos con la cabeza abierta que es como una versión simpática de lo que decía San Pablo en el epístolo a los romanos para los que aman a Dios todo es para bien.
El día que nos fiemos de que Dios es el que lleva las riendas de nuestra vida y del mundo y de todo lo que pasa consecuencia pues de la acción del Espíritu Santo en nuestras almas que nos comunica sus dones de sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo y nos lleva a ver las cosas como las ve Dios ese día tendremos una paz una serenidad y una alegría que nadie nos podrá robar porque hay gente que que se queja de Dios, ¿por qué Dios tiene que permitir? ¿por qué Dios? se pasan el día diciéndole a Dios lo que tiene que hacer. No sé si has visto esa película de Jim Carrey que se llama Como Dios, ¿no? en que precisamente
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