¿Puede predecirse a un asesino? La teoría del Triángulo de McDonald r201m

¿Y si te dijera que algunos asesinos seriales mostraron señales desde que eran niños? ¿Y si esas señales estuvieran relacionadas con incendiar cosas, torturar a animales o incluso hacerse pis en la cama? Hoy, en esta sección de conceptos criminológicos, te traigo una teoría tan perturbadora como polémica.

Una teoría que muchos han llamado la trinidad oscura de la infancia, o el triángulo MacDonald, un concepto que ha marcado el estudio del comportamiento violento durante décadas, aunque no está exento de controversia.

Ponte cómodo porque lo que estás a punto de escuchar puede cambiar la forma en que miras ciertos comportamientos infantiles para siempre.

Muy buenas, yo soy Lux y bienvenidos un día más al oscuro corazón de Arkham.

Muchísimas gracias por estar aquí, muchísimas gracias por escuchar estos casos, estos conceptos criminológicos.

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Ya sabéis que hoy estamos con la sección de conceptos criminológicos, apuntes del crimen o como lo queráis llamar.

Si os gusta este tipo de conceptos, por favor, dejármelo abajo en comentarios y decirme qué concepto queréis que traiga o si queréis que traiga algún que otra sección para estos episodios exclusivos.

Pero no me enrollo más y, sin más, empecemos.

El Triángulo de MacDonald es una teoría propuesta en 1963 por el psiquiatra forense J.M.

MacDonald, quien notó un patrón alarmante en varios pacientes violentos.

Durante su infancia, muchos habían mostrado tres conductas específicas y recurrentes.

Estas conductas eran crueldad hacia los animales, piromanía, o sea, placer por provocar incendios, y enuresis persistente, es decir, hacerse pis en la cama más allá de una edad considerada normal.

Según MacDonald, la presencia de estos tres comportamientos en la infancia podría ser un indicador temprano de tendencias violentas o incluso homicidas en la adultez.

Lo más inquietante es que con el tiempo, criminólogos y psicólogos encontraron este patrón en varios asesinos seriales reconocidos.

El triángulo empezó a ganar notoriedad como una posible alarma temprana del mal.

Pero ojo, esta teoría no dice que quien haga estas cosas vaya a convertirse en un asesino.

Lo que sugiere es que cuando estos tres elementos aparecen juntos y de forma persistente, podrían señalar la existencia de un trastorno emocional o psicológico muy grave.

Empecemos por uno de los elementos más impactantes del triángulo MacDonald, la piromanía.

No estamos hablando de niños que juegan con una vela por curiosidad, hablamos de una necesidad compulsiva y repetida de provocar incendios, muchas veces sin un motivo aparente, sólo por el placer de ver arder las cosas.

El fuego, para quienes lo provocan de forma compulsiva, puede convertirse en una vía de escape emocional, una forma de canalizar frustración, rabia, abandono o incluso una necesidad de control.

Es destructivo, pero también hipnótico, y esa combinación puede volverse peligrosa.

En el contexto criminológico se ha observado que algunos futuros asesinos comenzaron su camino criminal prendiendo fuego a casas, bosques, objetos personales, como si en cada incendio quemaran algo más que madera, su dolor, su rabia, su impotencia.

Por ejemplo, Carl Panzeram, uno de los asesinos más violentos de principios del siglo XX, confesó haber incendiado numerosos edificios desde su infancia.

Y no lo hacía por dinero ni por venganza, simplemente disfrutaba del acto destructivo.

La piromanía, en estos casos, no es solo vandalismo, es una manifestación profunda de descontrol emocional, una forma de llamar la atención del mundo o de vengarse de él en silencio.

De las tres señales que componen el Triángulo de McDonald, esta que te voy a decir es quizá la más alarmante y la más consistente en los perfiles criminales.

La crueldad hacia los animales.

Que un niño o adolescente tortura, mutila o mata animales, no por accidente, sino de forma consciente y repetida, es una señal grave.

No solo porque revela una total falta de empatía, sino porque suele ser el primer ensayo del poder sobre otro ser vivo.

Animales indefensos, como gatos, perros, pájaros o pequeños roedores,