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DIAS EXTRAÑOS con Santiago Camacho
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La Tercera Hora 08x41

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8/6/2025 · 01:05:22
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DIAS EXTRAÑOS con Santiago Camacho

Descripción de La Tercera Hora 08x41 5s1p1j

Un martes cualquiera de 1982, Mary Kellerman toma una cápsula de Tylenol y muere en horas. Siete víctimas más seguirán el mismo patrón. Alguien había convertido las farmacias de Chicago en campos minados, rellenando medicamentos con cianuro. Pero esto es solo el comienzo de una hora que te hará cuestionar todo: plantas que piensan y recuerdan como nosotros, móviles norcoreanos que espían cada cinco minutos exactos, y científicos que han logrado lo imposible: enviar mensajes entre personas mientras sueñan. Bienvenidos a una realidad más extraña que cualquier ficción. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/413939 281f44

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Damas y caballeros, amigos y amigas, esto es la tercera hora de Días Extraños, bienvenidos.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vid. Lo he dejado caer alguna vez a lo largo de estos años. Mi infancia no fue precisamente ni bonita, ni agradable, ni digna de ser recordada.

De hecho, los recuerdos que tengo de ella son afortunadamente escasos, ese favor me ha hecho mi cerebro. Bueno, pues la gran sorpresa es que, quién me lo iba a decir, que a estas alturas del siglo XXI me iba a sentir privilegiado por haber vivido precisamente esa infancia, las vueltas que da la vida, oye.

Porque a pesar de todas las miserias que las hubo, y algunas muy gordas, yo jugué, yo tuve o con la naturaleza, tuve cierta inocencia, tuve mucha libertad, probablemente más que la mayoría de los niños.

E incluso jugueteé con el peligro en más de una ocasión, que parece algo negativo a primera vista, pero no lo es tanto si estamos hablando de la época en que se está formando tu carácter.

¿Por qué digo que me siento afortunado por todo ello? Pues porque en los últimos años creo que esto se ha perdido.

Todo eso que he comentado ha quedado reducido a la pantalla de un smartphone.

Que sí, puede que te muestre muchas cosas, pero, oye, ni punto de comparación con vivirlas, con tocarlas, con sentirlas.

Mi infancia fue un paquete de experiencias único, probablemente no el mejor paquete, ya os lo digo yo, pero eran experiencias, experiencias que luego sirvieron para formar a un adulto, que estáis escuchando ahora, que bueno, tiene sus taras, lo que no terminó mal del todo.

Claro, ahora en una época en la que ese paquete de experiencias ha quedado trastocado, trastocado en su globalidad, las amistades, el sueño, el rendimiento académico, la familia, el ejercicio, las citas.

Claro, la pregunta es qué tipo de adultos va a dar esto.

No lo sé.

Comenzamos.

Era un martes cualquiera, bueno, no cualquiera, el 29 de septiembre de 1982 concretamente.

Estamos en Elk Grove Village, Illinois, una mañana que comenzó como tantas otras en los suburbios de Chicago, hasta que ya no fue como tantas otras.

Mary Kellerman, apenas 12 años, se despertó con esos síntomas que todos conocemos, dolor de cabeza, malestar general, los primeros avisos de una gripe que se aproxima.

Y sus padres, como haría cualquier familia responsable en Estados Unidos, como harían millones de familias esa misma mañana, como harían millones de familias esta misma mañana, le dieron lo más normal del mundo, una cápsula de Tilenol extra fuerte, una marca comercial de paracetamol, el medicamento más vendido de América.

El analgésico de confianza, el remedio que estaba en prácticamente cada botiquín del país.

A las 7 de la mañana Mary tomó esa cápsula.

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