Valle salvaje 182 #audesc 4m4b4n

En el dormitorio de Úrsula...

¿Qué estás haciendo aquí? Lo estarás rebuscando entre mis cosas.

No estoy rebuscando entre tus cosas.

He venido a por el joyero de la tía donde guarda las joyas más especiales para la boda.

¿No dijimos que eso lo íbamos a hacer juntas? Ya, pero tenía algo de tiempo libre esta tarde y me he animado a hacerlo yo sola.

¿Tú sabes dónde está? Úrsula pasa por su lado seria.

Adriana respira hondo y se gira hacia ella.

Su prima vuelve con un joyero plateado.

Aquí está. Ahí estaba.

Adriana lo recoge.

Gracias.

Abre el joyero.

Adriana, siento el malentendido.

Yo venía a por la capa.

Me voy con Luisa a coger unas hierbas y al refrescado.

Adriana siente.

Úrsula recoge su capa.

Adriana, las cosas entre nosotras no van bien.

Pero ahora que vamos a pasar tanto tiempo juntas organizando la boda de la tía Victoria, quizás es un buen momento para limar las perezas.

Adriana siente despacio.

Tienes razón. No podemos estar todo el día a la gresca.

Úrsula sonríe.

Me alegra que por una vez estemos de acuerdo.

Ya sabes que yo solo deseo tener una buena relación contigo.

En cualquier caso, poco a poco.

Yo, Úrsula, estoy dispuesta a poner de mi parte.

Sobre todo de cara a la boda.

Que ya sabes qué carácter se gasta la tía Victoria.

En fin, voy a llevar esto a la casa grande y así voy escogiendo algunas joyas para presentárselas a la tía.

¿Te parece? Claro, te acompaño a la puerta.

Adriana sonríe.

Lanza una última mirada al mueble que guardaba la carta y se marcha.

Mientras...

Que le venda la casa pequeña. Estará de chanza.

Pues no. Si quiere que Felipe se marche, véndamela.

Y si no, aténgase a las consecuencias.

Hay algo que no me cuadra.

Si no podía superar mi oferta cuando pujaba por controlar a Felipe, ¿cómo piensa pagar ahora todo lo que vale la casa pequeña? Ambas sabemos que no puedo pagarla.

¿Entonces qué pretende, que se la regale? No.

Propongo que lleguemos a un acuerdo.

Que pactemos una cifra que sí pueda permitirme.

Y lo dice tan alegremente.

Yo creo que es lo justo teniendo en cuenta su situación.

Victoria aprieta los labios.

¿Cuánto está dispuesta a pagar? Mercedes la mira seria.

Después camina hasta la mesa del escritorio de la biblioteca.

Coge una pluma blanca y escribe algo en un trozo de papel.

Sopla a la tinta y vuelve caminando relajada hasta Victoria, quien le ofrece el papel.

Esta se lo quita de las manos.