M51 EL ULTIMO VIAJE DE UN PULSAR HACIA UN AGUJERO NEGRO. 6i4y4k

Bienvenidos a esta sección que busca aprender y sobre todo apasionar a todos aquellos que miran al cielo haciéndose preguntas, el universo, las estrellas, los planetas, los agujeros negros en fin todo aquello que es sencillamente asombroso y nos impulsa a seguir hacia adelante.

Bienvenidos a Universo Steel y os voy a pedir hoy que cerréis los ojos e imaginéis un lugar donde el tiempo se estremece y las fuerzas se llevan la razón. En lo más profundo del espacio más allá de las estrellas que podemos ver, existe un rincón donde los cuerpos danzan en pareja hasta que uno de ellos implacable devora al otro.

Hoy en Misterio 51 nos vamos a adentrar en ese escenario de auténtica catarsis cósmica donde un agujero negro, ese pozo sin fondo de gravedad, se zampa a una estrella de neutrones como si rompiera un huevo de cristal. Y lo mejor de todo, gracias a un equipo de supercomputadoras de Caltech, por primera vez podemos ver con detalle y realismo cómo ocurre este festín de materia y energía.

Antes de describir la escena más espectacular de este romance destructivo, pongamos las cartas sobre la mesa. ¿Qué demonios es una estrella de neutrones? ¿Y por qué la devora un agujero negro? De nuevo recurra a vuestra mente imaginar una estrella muy, muy masiva. Al final de su vida, explota en lo que llamamos una supernova, esparciendo su caparazón en el espacio y dejando tras de sí un núcleo tan comprimido que una cucharadita de ese material pesaría mil millones de toneladas en la Tierra. Esa joya ultradensa es la estrella de neutrones. Un objeto de apenas 20 kilómetros de diámetro, pero con una gravedad que haría temblar a un tanque de guerra. Tiene una corteza exterior que en muchas zonas es una suerte de pasta nuclear.

Una mezcla tan densa y elástica que ningún material en la Tierra se le parece ni de lejos.

Ahora visualizar un agujero negro, nacido también de una supernova, pero unos grados más extremos.

Su gravedad es tan fuerte que ni la luz puede escapar. Por eso lo vemos como un círculo de tinieblas rodeado por un anillo brillante de gas abrasador. Cuando un agujero negro y una estrella de neutrones comparten órbita, es como si un devorador de galaxias estuviera tanteando a una gema preciosa con sus enormes garras gravitatorias. Ambos giran en un vals cada vez más rápido, y lo hacen hasta que la estrella de neutrones, víctima del escenario, cae irremediablemente hacia el túnel sin retorno del agujero.